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Porque las cosas son siempre muy bonitas sobre el papel (y no tanto en la realidad de una empresa que comienza), elegir con buen criterio a aquellos con los que compartirás aventuras y desventuras es parte fundamental del éxito de tu proyecto de negocio.
La importancia de saber con quien nos casamos en los negocios es uno de los puntos que absolutamente todo emprendedor parece tener claro al emprender y con todo, tiramos para adelante sin haber realizado las comprobaciones previas sobre la compatibilidad entre los socios que pretendemos formar la empresa. Y luego pasa lo que pasa.
Y es lo más normal. A nadie sorprende que las ideas surjan entre dos o más personas que ya de por si forman un equipo, un equipo de amigos, para ser más concreto. O de compañeros de universidad. O de trabajo. Pero la realidad de la empresa es muy distinta a todos estos ámbitos en los que sí, podemos ser muy compatibles, pero no está tanto en juego…aunque después de todo, os conocéis de sobra y sabéis que juntos podéis con lo que se os ponga por delante. Y tiráis adelante los tres o los cuatro colegas dando por hecho que todo saldrá bien. Suerte con ello.
El golpe de realidad
Las cosas cambian cuando el proyecto avanza y cada uno de los componentes empieza a tomárselo con un nivel de compromiso diferente.
Es especialmente durante los primeros compases cuando la diversión forma parte del día a día en todo lo referido a esa idea maravillosa que tenéis en mente y que os parece que sería un pelotazo si alguien se pusiera a desarrollarla seriamente. Hay algunas quedadas iniciales y vais empezando a creer que la cosa puede ir hacia adelante. Incluso hay varios momentos Eureka hasta que llega el momento en el que las cosas se van poniendo cada vez más serias y hay que tomar alguna decisión de verdad.
Seamos claros: emprender no es fácil. Significa renunciar a una serie de comodidades y no todo el mundo está hecho de la pasta necesaria para dar el salto real. Para entendernos, es muy fácil fantasear con la idea de montar un negocio mientras tenemos nuestra nómina esperando de brazos abiertos cada fin de mes. Pero llegado el momento de tomar la verdadera decisión las dudas comienzan a resonar por todas partes. Es en este punto cuando aquellos componentes del equipo que lo tienen más claro dan un paso al frente mientras los que se arrugan ante la perspectiva de meses (o tal vez años) sin un sueldo decente comienzan a caerse del proyecto. Y esto genera conflicto.
Este es un simple ejemplo de las disputas que suelen surgir dentro de un proyecto en su fase inicial de desarrollo, sobretodo cuando alguien decide comunicar que todo era una fantasía y poco más, y entonces llegan un sinfín de reproches que pueden surgir si no manejáis con inteligencia las expectativas de cada participante en el proyecto: ¿por qué no avisaste antes?, ¿para eso le hemos echado tantas horas? , si lo dices antes, igual me planteo no haber dejado mi trabajo…y muchos otros reproches que no cabrían en un solo post.Consejo: Si no tienes claro lo de emprender o sabes que tus compañeros le están dando más importancia que tú a un proyecto de negocio, déjalo claro desde el principio.
Después está vuestra capacidad de lidiar con muchos eventos con los que quizás todavía no hayáis tenido que lidiar juntos. Quizás tú seas bueno en el Marketing, otro compañero sea bueno en Finanzas y un tercero sea un crack del deporte y penséis que sois la combinación perfecta para el proyecto de empresa que tenéis en mente. Pero luego está la organización: cómo distribuís los trabajos, quien tiene qué responsabilidades, ¿son equilibradas o no?, y aquellas tareas que no caen en el campo de nadie…o las preferencias y los gustos de cada uno luchando por ganar el pulso en cada pequeña decisión. Muchas pequeñas mierdas (seamos claros) que exigen cierta madurez para resolver con éxito. Y en ocasiones el éxito pasa simplemente por no acabar tirándose de los pelos.
Otra causa muy habitual de los problemas entre socios de un nuevo proyecto de empresa o startup suele girar alrededor del reparto de la carga de trabajo. Un socio ya ha dejado el trabajo (o simplemente estaba desempleado) y asume más carga de trabajo pensando que el resto le seguirá el ritmo. Resulta que lamentablemente para él, el resto de socios todavía compaginan el proyecto con sus propios trabajos, y por si fuera poco, uno de los éstos no parece estar demostrando el interés inicial pero insiste en que quiere forma parte. Problemas.
Y luego está el choque entre negocios y amistad: hasta dónde llega una y donde comienza la otra. Porque insistimos, para montar una empresa no basta con llevarse bien tomándose unas cañas. Y si a nadie le gustan los conflictos, menos gustan aún con quienes son tus amigos…que son quienes -en cualquier otro contexto- te apoyarías para resolverlos.
Rompiendo una lanza en favor de los proyectos surgidos en el seno de la amistad diré que no hay nada que no pueda arreglarse…hablando. No dejéis que se den situaciones que os incomoden (que os quemen la vida, vaya) sin dar vuestra opinión al respecto, ya que callarse conducirá con toda probabilidad al peor de los escenarios: que estalléis la noche después de haberle echado doscientas horas preparando un plan de negocio mientras que el resto de los socios se dedicaba a pegarse la fiesta padre.
Hablad desde el principio, comunicad entre vosotros, sentad las bases del proyecto y dejad claro lo que tendrá y lo que jamás tendrá cabida en el proyecto de negocio. Si seguís esta norma a rajatabla y sabéis identificar posibles puntos de fricción a tiempo, podréis pactar las soluciones si llegara el caso.
Cuando los emprendedores todavía ni se conocen.
Otra opción tan válida como la de los colegas emprendedores es la de aquel que tiene una idea de negocio y comienza una búsqueda activa de posible compañeros de campaña. En este escenario la amistad no va a ser un problema: la relación que se busca es estrictamente profesional.
Este escenario es un lienzo en blanco en el sentido de que el emprendedor puede esperar a encontrar el partner ideal para su negocio y elegirlo al margen de afinidades anteriores que si se dan entre amigos que emprenden.
Aún así, las ganas por lanzarse a la piscina pueden derivar en una elección prematura y poco estudiada de los compañeros de viaje, lo que nos puede llevar eventualmente a preguntarnos qué c… estamos haciendo compartiendo algo tan personal con gente a la que no conocemos de nada.Buscarnos socios fuera del círculo cercano tiene la ventaja de no estar condicionado por afinidades anteriores. Aún así, las precauciones sobre con quien nos asociamos siguen siendo muy necesarias.
Si te estás planteando este escenario, estos son algunos consejos que pueden evitarte una asociación potencialmente problemática:
Y por supuesto, nunca jamás menospreciar el papel de tu propia intuición. Tu capacidad de detectar las señales sobre un posible socio problemático, o con el que simplemente empiezas a sentir el pálpito de un mal entendimiento.
Con todo, estos consejos tampoco te salvarán necesariamente de una posible incompatibilidad que no aparezca hasta bien entrado el proyecto, pero al menos podrás ir con un poco más de seguridad respecto de los componentes de tu equipo.
Para hacerte una idea, incubadoras potentes como Demium dedican jornadas de trabajo específicas que duran hasta varias semanas para fomentar la comunicación entre posibles compañeros de proyectos antes de lanzarse a emprender junto. ¿El objetivo? Dado que el equipo es la parte más importante de cualquier proyecto, sus componentes deben tener muy claro con quien juntarse y con quien no.
¿Tienes una idea de negocio y buscas talento para acompañarte en el viaje? ¿Tenéis una idea entre varios amigos y queréis lanzaros a emprender? Sigue adelante con toda la ilusión del mundo, pero no dejes de tener el foco en un punto clave: gran parte del éxito o fracaso del negocio vendrá determinado por tu capacidad de elegir el equipo perfecto.